Cuenta la leyenda- pues es una historia que ha
sido acuñada en el tiempo sin ser contrastada por los estudiosos- que en tiempos de
la Guerra de Independencia contra los franceses una imágen de la Virgen de Riegala de origen bizantino que era custodiada en Cadavedo fué escondida en un
hueco de un castaño, donde permaneció oculta durante toda la
contienda. Acabado el conflicto, un campesino que paseaba
por el bosque de Cadavedo oyó el sonido de una campanilla. Cuando fué a investigar
la procedencia de ese rumor descubrió la talla en el hueco del árbol.
La sacó y la trasladó a una garita de madera que se construyó para
resguardarla en el mismo lugar donde se alza actualmente la Ermita de
La Regalina, diminuta construcción pintada de blanco y enmarcada
en tonalidades de azul cerúleo que se confunden con la linea del mar o con
el azul del cielo.
Tenga o no algún atisbo de veracidad esta amable narración de la
Virgen extraida de un viejo castaño, la excursión hasta la Ermita nos
sirve de excusa para disfrutar de un paisaje de sobrecogedora belleza.
La postal natural que forman los acantilados de Cadavedo desde los campos de la
Garita, envueltos en la limpida luz de la rasa costera, ribeteada de
suaves prados, debió inspirar a Fernán Coronas- el padre
Galo, monje oblato y lingüista nacido en Cadavedo.
Un hombre con propensión a lírica, de enorme asturiania, que encontró
aquí el escenario propicio para recrear la romeria de la Regalina,
manifestación folclorico- religiosa trufada de una cierta influencia
pagana -como lo acreditan la música de las gaitas, los bailes y la
degustación de los bollos o "alfiladas" que consumen los
romeros.
Éste monje que había recorrido multitud de paises en su labor eclasiástica y aprendido hasta doce idiomas y dialectos diferentes en el transcurso de sus viajes, volvió a Cadavedo cuando se sintió enfermo, falleciendo en el Hospital - Asilo de Luarca en 1939. Pero antes tuvo el empeño de trabajar en una gramática de bable valdesano con más de catorce mil voces hoy lamentablemente perdida y también se aplicó en resucitar la tradición de la celebración de la Regalina, fiesta colectiva formada por bailes y desfiles de carrozas engalanadas que se viene convocando desde los años treinta todos los últimos domingos del mes de
Agosto. Celebración que trasciende lo religioso para convertirse en un acto colectivo de carácter folclórico y exaltación de la Naturaleza.
El estimulante paisaje que se contempla desde el Prado de la Garita sirve en cualquier ocasión para practicar la meditación y la pausa, mientras nos dejamos hipnotizar por el
vértigo de sus acantilados, el ritmo de las mareas y la sinfonía de azules del Cielo y el Mar uniendose en la lontananza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario